La creencia de «soy una víctima de las circunstancias» se basa en la idea de que factores externos, como la situación de vida, las relaciones, la edad, las finanzas, la salud u otras circunstancias, limitan tus oportunidades y te impiden ser pleno y feliz.
Aunque las circunstancias pueden ser desfavorables, somos completamente responsables de nuestra vida y nuestro estado emocional.
«La felicidad no depende de las circunstancias externas, sino de cómo las percibimos». Esta frase puede parecer trillada y banal, pero encierra una profunda verdad que puede cambiar tu percepción sobre la felicidad y cómo alcanzarla.
El primer paso para dejar de considerarte una víctima y culpar al mundo es reconocer que tales pensamientos no solo son inútiles, sino también agotadores.
Escribe tus pensamientos, emociones y acciones. Puede ser un diario de pensamientos automáticos o una forma de escritura más libre.
Anota los momentos en los que te sientas víctima y registra las situaciones y razones de ello. Por ejemplo: «Cuando mi colega fue promovida y yo no, me sentí una víctima del sistema».
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Escribe tus pensamientos y creencias que apoyan este estado. Por ejemplo: «Creo que no puedo cambiar mi vida», «No merezco el éxito».
Hazte preguntas para comprender mejor tus creencias y las situaciones que refuerzan tu papel de víctima:
Después de haber identificado tus patrones de comportamiento, toma la decisión de asumir la responsabilidad de tu vida.
Reconoce que tienes control sobre tus reacciones y acciones, independientemente de las circunstancias.
Comprende que no eres víctima del destino ni de otras personas, y que tienes el poder de cambiar tu situación.
Escribe un breve ensayo en el que expreses la aceptación de la responsabilidad. Por ejemplo:
En lugar de permanecer como un observador pasivo, asume un papel activo en tu vida.
Salud:
Carrera y educación:
Relaciones personales y desarrollo personal:
Escribe estas metas y deseos en un lugar visible y comienza a crear planes de acción concretos para alcanzarlos.
Recuerda que tus objetivos deben ser realistas, medibles y alcanzables. Establece plazos y avanza gradualmente hacia su realización.
Sustituye las preguntas que expresan quejas por preguntas que fomenten la acción. Esto te ayudará a desarrollar responsabilidad personal y a abandonar el papel de víctima.
Evita preguntas que comiencen con «por qué». Preguntas como «¿Por qué nadie me quiere?», «¿Por qué nadie quiere trabajar?» y «¿Por qué me pasó esto a mí?» no son productivas, ya que no conducen a una solución.
Estas preguntas solo refuerzan la idea de que te sientes víctima de las circunstancias y no crees en tu capacidad para cambiar algo.
Usa preguntas que comiencen con «qué» y «cómo». Este tipo de preguntas fomentan la acción y desarrollan un pensamiento proactivo.
La pregunta «¿Por qué me pasa esto a mí?» no requiere respuesta y se parece más a una queja.
La pregunta «¿Por qué sucedió esto?» ayuda a entender las causas y encontrar formas de mejorar.
Las preguntas retóricas, que no esperan una respuesta, pueden fortalecer la mentalidad de víctima.
Trata de evitarlas y céntrate en preguntas que te lleven a buscar soluciones y a asumir la responsabilidad de tu vida.
Salir de la mentalidad de víctima es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo.
Es imposible cambiar tu forma de pensar y de comportarte de la noche a la mañana.
Ten paciencia y consciencia para reconocer las situaciones en las que surge la mentalidad de víctima.
Cuando desarrollas paciencia, creas la capacidad de responder a las situaciones de manera más consciente y elegir patrones de comportamiento constructivos.
Recuerda que el cambio requiere tiempo y práctica.
Sé amable contigo mismo, sigue esforzándote, y con el tiempo podrás superar la mentalidad de víctima y asumir la responsabilidad de tu vida.
La felicidad no es algo que ya esté hecho. Proviene de tus propias acciones.
Dalai Lama