Convicciones profundas

image

Hemos llegado al nivel más profundo de las creencias.

Nuestras creencias profundas son representaciones fundamentales, estables y a menudo inconscientes sobre uno mismo, el mundo y los demás.

Se forman en la infancia temprana y ejercen una influencia significativa en nuestro comportamiento y reacciones emocionales, a menudo sin nuestro control consciente.

Estas creencias son como rieles invisibles por los que se mueve nuestro tren de la vida. Las creencias profundas saludables favorecen una experiencia positiva, mientras que las no saludables suelen provocar problemas y sufrimiento.

Tenga en cuenta: a pesar de que hemos hecho una clara distinción entre las tres categorías de creencias, en la realidad a menudo se entrelazan.

Por ejemplo, la formulación de una creencia profunda puede manifestarse incluso en pensamientos automáticos.

Para entender cómo funciona, consideremos el ejemplo de Alexander:

Profunda convicción

«No soy digno de amor» y «No se puede confiar en la gente»

down
Creencia intermedia

«Si tomo la iniciativa, seré rechazado», «Cualquier cercanía es una amenaza», «Mejor evitar las relaciones para no sufrir dolor»

down
Pensamiento automatizado

«Ella busca a alguien mejor», «Ella me dejará», «Ella me engaña», «No se le puede confiar»

Más contenido en nuestro aplicación

Solo estás viendo una parte del contenido. En la aplicación, encontrarás numerosos artículos interactivos. Además, hay pruebas psicológicas para seguir la dinámica de tu estado de ánimo, un diario, un registro de pensamientos automáticos ¡y mucho más!

banner_image

Este modo de pensar influye en su comportamiento: muestra celos y desconfianza, intenta controlar a la chica, se comporta con inseguridad y evita tomar la iniciativa.

Como resultado, él mismo la aleja, confirmando así su creencia profunda de no ser digno del amor y de desconfiar de los demás.

El fundador de la psicoterapia cognitivo-conductual, Aaron Beck, distinguió dos categorías de creencias profundas, y posteriormente su hija, Judith Beck, añadió una tercera.

Es importante entender que estas categorías pueden entrelazarse. Por ejemplo, el sentimiento de inutilidad puede intensificar la impotencia: «No soy capaz de nada porque soy un insignificante».

A su vez, el rechazo puede llevar a una sensación de impotencia: «No puedo cambiar la actitud de las personas hacia mí».

Examinemos las tres categorías de creencias profundas y ejemplos de sus formulaciones.

Esta categoría refleja la creencia en la propia incapacidad para controlar la vida y afrontar las dificultades. La persona se siente débil, vulnerable y dependiente de los demás.

Sobre uno mismo: «Soy débil», «No soy capaz», «Soy un fracasado», «No puedo lidiar», «Soy dependiente».

Sobre los demás: «Otras personas son más fuertes que yo», «Otras son peligrosas», «Me critican», «Me controlan».

Sobre el mundo: «El mundo es complejo y hostil», «El mundo es peligroso», «En este mundo es imposible tener éxito», «La vida es dura e injusta».

Esta categoría incluye creencias sobre la propia falta de atractivo, la falta de amor y la no conformidad con las normas sociales. La persona teme el rechazo y espera ser juzgada por los demás.

Sobre uno mismo: «Soy antisocial», «No soy atractivo», «No se puede amar», «No soy como los demás», «No soy digno de amor».

Sobre los demás: «Las personas son exigentes», «Las personas son malas», «Las personas me rechazarán», «Las personas me juzgan».

Sobre el mundo: «El mundo me rechaza», «El mundo me devalúa», «El mundo impone expectativas desmesuradas», «El mundo es cruel y indiferente».

Esta categoría incluye creencias sobre la propia inferioridad y fracaso. La persona se siente inferior a los demás, indigna de atención y respeto.

Sobre uno mismo: «Soy insignificante», «Soy un fracasado», «Soy tonto», «Soy inútil».

Sobre los demás: «Los demás son mejores que yo», «Los demás me desprecian», «Me miran con superioridad», «Los demás tienen más éxito que yo».

Sobre el mundo: «El mundo es cruel e injusto», «El mundo es exigente e implacable», «El mundo no me valora», «El mundo me castiga».

¿Por dónde empezar a trabajar con las creencias?

Al trabajar con nuestros pensamientos, puede surgir la tentación de abordar directamente las creencias profundas, la raíz del problema. La lógica parece obvia: si se elimina la causa, el efecto desaparecerá. Sin embargo, ese enfoque no es eficaz.

Es importante comenzar por el nivel más accesible: los pensamientos automáticos. Son reacciones superficiales y espontáneas a los eventos, que son más fáciles de identificar y cambiar.

El desarrollo de respuestas alternativas adecuadas a los pensamientos automáticos es una etapa preparatoria importante. Esto crea una base para el trabajo posterior con las creencias intermedias y, finalmente, con las profundas.

Leemás artículos